La famosa Ley 50y50, que obliga a los partidos a llevar la misma cantidad de hombres y mujeres por las alcaldías de Sonora, ha sido la mayor causal de especulaciones.

Una, por ejemplo, dictaba que, si para Hermosillo el PRI iba con mujer, en Cajeme tendría que ser hombre (o viceversa). Y luego los aspirantes brincaban de contentos unos, y de decepcionadas otras.

Luego otra decía que no se podría designar, en ningún municipio, perfiles inapropiados solo por seguir la regla de uno y uno.

Y de ahí, usted súmele cuanta suposición guste. Qué si los grupos de poder de Cajeme querían a Abel Murrieta, entonces los de Hermosillo tendrían que ir con Flor Ayala, o que, si en Hermosillo era el pato De Lucas, entonces en Cajeme sería la Kiki Diaz Brown o la Brenda Jaimes. Que en Nogales solo podría ser Jorge Freig, y que entonces en Guaymas una dama, y así todo el priismo haciéndose “bolas” hasta la eternidad.

Y ante esa incapacidad momentánea de hacer un listado con equidad y paridad de género, tampoco se podían ir sentando las bases para determinar las diputaciones locales. Y por eso se empezó a hablar de re elecciones, tanto en legisladores como en alcaldes, y al final del 2017, no se sabe con precisión quien va para donde, ni por qué.

El Instituto Nacional Electoral (INE) le dio solución a ese conflicto de ideas, con mención especial para Sonora que hasta donde se sabe, es el único estado con ese gran dilema electoral.

Al menos el PRI dividiría a los 72 municipios que componen esta entidad en tres grandes grupos. El primero de ellos donde considera que la posibilidad de ganar la elección es altamente probable. El segundo donde es medianamente posible, y el tercero donde las conjugaciones de factores puedan anticipar no una derrota electoral, sino una moneda en el aire que no garantice gran cosa.

En la conformación de los tres grupos, por supuesto, están incluidos como puntos de consideración la importancia del municipio, el padrón electoral que representa, la ubicación geográfica, la fortaleza de la militancia y una cascada de considerandos que, al mismo tiempo que usted lee, ya están en el tablero del ajedrez electoral de este partido.

¿Qué municipios deberían ir en el primer gran grupo? Hermosillo, Cajeme, Guaymas o Nogales.

¿Cuáles en el segundo? Navojoa, Caborca, Agua Prieta.

¿Y en el tercero? San Luis Rio Colorado y Cananea.

Quien sabe, pero lo que si garantiza el PRI es que esa es la mejor formula para cumplir con la Ley 50y50, para darle la atención a cada municipio en disputa y para garantizar los mejores perfiles tanto de varones, como de varonas.

Y ya de esta forma, las listas de candidaturas a las diputaciones locales traerán grandes sorpresas, con nombres que de momento nadie maneja, y que nadie conoce, pero que igual garantizarían que los perfiles sean los idóneos.

Y en ese mismo tenor, aunque en escenario totalmente distinto, Rodrigo Bours Castelo, empresario cajemense de ascendencia priista - aunque en esta próxima elección vaya a contender como independiente – dijo ante la mesa de columnistas conocido como La Cancún que los diputados deben hacer el trabajo que luego le quieren endosar a los alcaldes.

Y es que, pese a que solo tienen tres grandes responsabilidades, en las ultimas legislaturas han olvidado las mismas, dedicándose a hacer labores que no propiamente les corresponde, dejando en manos de los “presimunis” la gestión de recursos estatales y federales, la búsqueda de proyectos de interés común en sus municipios, y la pelea por la aprobación del presupuesto de cada año fiscal, así como la correcta y transparente aplicación de los mismos.

Por eso insistió el hermano del ex gobernador Eduardo Bours, que los municipios deben ser realmente soberanos e independientes, para no estar luego sujetos a las voluntades de los otros dos niveles de gobierno. Para que eso suceda, el diputado local que los represente debe empezar a legislar, si, pero en el Congreso de Sonora, no en las calles de sus pueblos y ciudades.

Cuando eso suceda, entonces los municipios serán libres y soberanos.

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