El derecho a sospechar

Ahora resulta que porque la clase política siempre se sale con la suya y son dueños de la impunidad; que no pasará nada y que sólo se les engordará el caldo, no tiene caso hacer públicas situaciones como la operación inmobiliaria realizada por Alfonso Durazo con un hijo de Amado Carrillo Fuentes.

Desde una perspectiva estratégica de parte de partidos políticos o de instancias de gobierno, a lo mejor sería lógico no abrir opciones para que el señalado se tire al piso y alegue persecución y campaña negra en su contra, pero en lo que se refiere a los comunes mortales, tales limitaciones no deben serlo y por ende ejercer el sacrosanto derecho a la sospecha frente a evidencias tan notables e irrefutables.

Tiene razón el dirigente de MORENA en Sonora y propuesta para ser Secretario de Seguridad Pública federal en caso de que Andrés Manuel López Obrador gane la presidencia, respecto a que la adquisición de su residencia en Bahía de Kino fue lícita y con intervención de notario público, pero tales circunstancias no quitan el que el anterior propietario era nada más y nada menos que el famoso narcotraficante, que a su supuesta muerte la heredó a su hijo Amado Carrillo Barragán.

Andrés Manuel López Obrador

Además, resulta inconcebible el que una persona tan informada y quisquillosa como lo es sin duda el de Bavispe, no se haya percatado de dicha circunstancia, resultando también inquietante el que una propiedad asentada sobre 350 metros cuadrados frente a la playa, haya costado solamente dos millones de pesos incluso a precios del 2012, ganga que al menos debió generar sospechas en el comprador.

En efecto, la compra no la hizo de forma directa con el hijo del llamado “Señor de los Cielos”, sino con un portador de un amplio domino sobre dicha propiedad, pero dicha maniobra encierra todo ese fenómeno que mimetiza la presencia del narco en la sociedad y más cuando personas como Durazo, se hacen majes para sacar provecho de las necesidades que requiere el lavado de dinero, porque sin lugar a duda, los recursos financieros del narco son el origen de esa casita playera.

Dada la proliferación y los amplios espacios que ocupa el crimen organizado en la vida cotidiana de este país, a lo mejor es muy común la convivencia inconsciente de comunes mortales con personajes de dicha catadura, pero la diferencia es marcada cuando se trata de políticos de tan altas pretensiones y que se supone están muy bien informados y no dan paso sin guarache.

Amado Carrillo Barragán

Y que no nos vengan a tratar de censurar con el alegato de que diga lo que se diga al respecto, nada pasará con el candidato de MORENA al Senado en Sonora y la verdad es que creemos lo anterior, pero no porque sea mentira lo que se dice, sino porque así se las gasta la corrupta clase política de este país.

Así las cosas, seguramente el asunto no pasará de lo anecdotario, así como ocurrió con el inquietante caso de que la misma sede estatal de ese partido, sea un edificio propiedad de David Alfonso González Morillas, operador financiero de Guillermo Padrés y de su hermano Miguel y sobre quien se siguen indagatorias por sus ligas a una banda del crimen organizado.

Por cierto, Durazo Montaño tiene una gran suerte o muy buenos y comprometidos amigos, que ya quisiéramos muchos, ya que adicional a la ganga de comprar una residencia de playa en sólo dos millones de pesos de cash, sólo paga seis mil pesos mensuales de renta por ocupar un edificio de dos niveles en una de las zonas más caras de Hermosillo.

Los ciudadanos tenemos derecho a la sospecha cuando se presentan cosas como esa que están totalmente comprobadas, independientemente el que como dice ser el caso de Bahía de Kino, tal información haya sido filtrada para afectar su imagen, cuando a fin de cuentas tales datos están abiertos para quien los busque y quiera encontrar.

David Alfonso González Morillas

Para la hilaridad la argucia declarativa de Durazo Montaño, quien al ser exhibido con las faldillas levantadas, consideró que el material periodístico divulgado por un medio impreso nacional, fue en respuesta a la catilinaria vomitada en contra de la gobernadora Claudia Pavlovich un día anterior a través de un medio marginal, cuando resulta evidente que un trabajo así no se hace de un día para otro.

Lo más seguro es que en el marco de dicha investigación periodística, se le solicitó dar su posición al respecto y en lugar de ejercer ese derecho, se aventó como el borras un día antes, para tratar de desacreditar el obús que se le venía encima.

Culpar a la gobernadora, a Manlio Fabio Beltrones, a Ricardo Mazón y hasta a Humberto Robles Pompa, de plano sólo es una argucia distractora que no refuta el fondo de su actuación en dicha operación inmobiliaria, que desde cualquier punto de vista, lo ubica muy cercano al nefasto mundo del narcotráfico.

Tanto que se invoca la necesidad de que la principal parte que debe cumplir la sociedad, los ciudadanos, para enfrentar el flagelo del crimen organizado, es hacer vacíos y aislar el entorno de quienes se dedican a tales actividades, estrategia para nada aplicada por el susodicho, sino al contrario, todo indica que le saca provecho.

Delirante y desesperado lucen los afanes de Durazo, ansioso por subir a la gobernadora a su percudido ringside y no podía esperarse otra cosa más que insultos y provocaciones, ante su imposibilidad de refutar la información dada a conocer, que en nuestro caso podemos apostar doble contra sencillo, de que sus histerias declarativas no lograrán su objetivo ni siquiera en el caso de Robles Pompa.

Manlio Fabio Beltrones

Y no, de plano no entramos en la conseja de quienes arguyen que ese tipo de denuncias nunca prosperan toda vez el poder político y protección que le brinda el que López Obrador encabece las preferencias electorales y que en todo caso, hacer eco de las mismas, sólo les engordará el caldo, circunstancias que a nosotros nos valen sorbete y no por ello nos habremos de quedar callados.

Es que lo del edificio sede estatal de MORENA y ahora lo de la casa en Kino, nos da derecho a sospechar de que el dirigente estatal de ese partido en Sonora anda en muy malos pasos y nomás falta que sea por eso el que lo hayan perfilado como eventual Secretario de Seguridad Pública Federal.

A fin de cuentas, colgado a la marca de “El Peje”, pegar de gritos, tirarse el piso y retobar vía redes sociales, es la clase de campaña que realiza Alfonso y su mancuerna Lilly Téllez, quienes cuando menos, para taparle el ojo al macho, deberían de darse una vuelta por sectores populares, porque sólo con berrinches y alharacas mediáticas no ganarán ninguna elección, no al menos acá en Sonora.

Lilly Téllez

Por lo pronto, los principales retos del de Bavispe son refutar que donde despacha ahí en la confluencia de los bulevares Abelardo L. Rodríguez-Kino-Morelos y su residencia en Kino, fueron producto y su origen es de actividades ilícitas.

Y de plano un dislate pretende inmiscuir en la operación playera al contralor Miguel Angel Murillo, cuando en el 2012 no estaba en dicha función y además quien dio fe de dicho mercadeo fue su suplente e hijo del mismo nombre y que como bien lo dijo el mismo Durazo, fue una actuación apegada a derecho.

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