Rodolfo Lizárraga y la izquierda sonorense

Las izquierdas en Sonora enfrentan una verdadera crisis de representación y de personajes de peso político. Hasta ahora no se ve cómo ni quiénes pudieran revivirla para el trabajo político que los partidos han empezado a desplegar de cara al 2021. Tampoco se les ve en sus tradicionales campos de acción, que pudiera representarles un punto de partida para tratar de remontar su caída y recuperar su capacidad de organización.

Con el tiempo han ido desapareciendo. Primero el PPS; después el PST, convertido en PFCRN; desaparecería posteriormente el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). El PMT casi no tuvo fuerza en Sonora, y de la evolución del PC, PSUM y PMS derivaría en mayo de 1989 la formación del Partido de la Revolución Democrática, el único sobreviviente, con más bajas que altas hasta ahora. Vendrían después el Partido del Trabajo, a partir de 1992, y una rara mezcla multicolor de representaciones políticas de varias fuerzas locales en Morena, que tuvo su primera elección en Sonora en 2015.

¿Qué ha sido del Partido de la Revolución Democrática local? A punto de cumplir sus primeros treinta años en mayo, poco se sabe ahora del PRD, excepto que no cuenta con presencia alguna en el Congreso del Estado, que solo gobierna en coalición con el PAN el municipio de Ures y que varios de sus ex militantes ahora ocupan cargos de representación en otros partidos como Morena, el PAN y el MAS.

Los principales ex dirigentes del PRD no se han asomado y algunos como Carlos Navarro están dedicados de tiempo completo a la academia; Juan Manuel Ávila se desempeña en el CEN; José Guadalupe Curiel formó su propio partido (MAS) local con restos del PRD, PAN y PRI; Petra Santos es ahora funcionaria del gobierno federal; Leopoldo Escudero González está retirado de la política; Martha Dalia Gastélum y Adelaido López residen en la Ciudad de México,JJ Lam no aparece; y el resto de quienes le dieron brillo al partido en el pasado están en Morena.

De la nueva horneada de legisladores federales electos en el 2018, solo provienen de las izquierdas Javier Lamarque Cano, Heriberto Aguilar e Hildelisa González. En los ayuntamientos solo está Sergio Pablo Mariscal, con origen en el PRD, después PRI y ahora Morena, y en el Congreso local solo Martín Matrecitos y Rodolfo Lizárraga. El resto pertenece a alianzas plurales de militantes sin partido.

Las izquierdas en Sonora no están en las luchas sociales. No se han visto. No está ni con los Yaquis ni con los más necesitados ni en las colonias populares ni en las minas, ni parecen existir en las instituciones educativas o en los sindicatos, antes tan productivos en esa materia.

Mucho menos se ven las izquierdas en la vida académica, en el sector social del campo o el mar, o en las agrupaciones sociales de lucha.

Una tendencia conservadora “disfrazada de sociedad civil” en los últimos años les ha ganado la representación en importantes organizaciones de lucha cívica y social, con demandas específicas de tipo urbano principalmente, como la Unión de usuarios, la toma de las casetas de cobro —o los promotores del libre tránsito en la entidad—, las organizaciones indigenistas, el movimiento feminista, las guarderías y las luchas por la igualdad y los derechos de género.

Las dirigencias de las izquierdas en Sonora han devenido históricamente de los liderazgos consistentes y auténticos—diríase hasta heróicos— de personajes de la talla de Jacinto López, Ramón Danzós Palomino, Bernabé Arana y Maximiliano R. López –por citar los mejores ejemplos–, a los modernos y decadentes liderazgos de conveniencia adaptados a la política tradicional de intercambio y cooptación con los gobiernos, en perjuicio y la debilidad de sus propias organizaciones.

Famosas y controvertidas han sido las expresiones de algunos personajes que —por sus propios intereses— cambian seguido de formación partidista sin rubor alguno: “No somos panistas, somos calderonistas”, fue la conocida expresión de uno de ellos para tratar de justificarse por los apoyos conseguidos de los panistas y de los gobiernos hacia multitud de fantasmales organizaciones “sociales” de membrete, que en un tiempo surgieron como hongos para concentrar los apoyos oficiales en ese casillero famoso de los mal llamados “proyectos productivos”, que en realidad lo eran, pero para esos liderazgos y sus propios familiares.

¿Porqué esa crisis de las izquierdas cuando todavía no se han resuelto muchas de las causas y los problemas por las que por años lucharon?

¿Quiénes sobreviven en esa corriente de pensamiento político? Por ahora, y en medio de esas crisis, no hay mucha tela de dónde cortar, pero hay identificado un personaje de las izquierdas en el Congreso local que ha hecho ruido y se ha ganado espacios en del debate político local.

En una legislatura local con enormes deficiencias en su operación y en la formación de sus integrantes y con una integración variopinta de sus miembros, donde sin una agenda definida de temas para la discusión todo hay menos un buen debate sobre los problemas de Sonora, destaca sin duda Rodolfo Lizárraga, el diputado local por el distrito de Guaymas.

No puede negarse que Lizárraga es un auténtico representante de la cultura del esfuerzo. Tiene 49 años y va ya en su tercera oportunidad de representación política. Como coordinador estatal del Partido del Trabajo ha sido en dos ocasiones regidor en el ayuntamiento de Guaymas: Primero en la administración de Antonio Astiazarán (2006-2009) y después en la de Lorenzo de Cima ( 2015-2018). Tiene liderazgo, es arrojado y conoce como pocos los problemas del municipio, donde ha trabajado desde los 7 años en una multitud de oficios, lo que lo convierte en un auténtico representante de la llamada “cultura del esfuerzo”.

De padre albañil y madre ama de casa (una familia de migrantes de Mazatlán compuesta de 10 miembros), a Rodolfo lo trajeron a Guaymas a los 4 años de edad; había nacido allá en 1970.

A los siete años ya era “cerillo”, ayudante de cajeras, del recordado Mercado Zaragoza Centro, ubicado en la Avenida Serdán.

Fue voceador por muchos años del periódico la Voz del Puerto, y además fue mesero en la famosa taquería del recordado Luis Barrera “La taquiza de Lui Bar”. También vendió tamales y jamoncillos.

Fue agente de ventas de enciclopedias y tan efectivo resultó como vendedor que lo jalaron a trabajar por un año a Tijuana. Fue creador de un estilo regional de totopos cuando trabajó en la famosa tortillería “El Sol”, de Claudio Solórzano.

Por años fue ujier y agente de ventas en el Mediterránee Club, en San Carlos. Cursó la educación básica en el puerto y pasó a la preparatoria Flores Magón. Incursionaría después en la carrera de Arquitectura.

Sus inicios políticos los ubica en 1991. Apoyó la candidatura de José Ramón Uribe Maytorena a la presidencia municipal de Guaymas. Militó en PAN de 1991 al año 2000. Del 2004 en adelante ha militado en el Partido del Trabajo, siempre con el encargo de trabajar las colonias populares de la cabecera municipal. En 2006 participa en la planilla de Norma Castro Salguero como candidato a regidor, y su partido lo seleccionó para la regiduría de representación proporcional.

Fue candidato a diputado local del PT en la elección del 2009. No ganó pero ubicó al PT como la tercera fuerza política en el municipio. Volvió a participar en 2015 como candidato a la presidencia municipal; quedó como regidor en el gobierno de Lorenzo de Cima.

Famoso por su férrea oposición al incremento en las tarifas del agua, también por su iniciativa profiláctica de regalar 3 mil condones en las fiestas del carnaval, bajo el lema de “Saca tú otro yo”.

Su carrera artística, que tantas satisfacciones —e ingreso económico— le ha dado, por el momento se encuentra suspendida mientras desarrolla su trabajo político. También su antiguo negocio de computadoras, hoy a cargo de su hermana, por los mismos motivos.

En el 2018 logró cifra récord de votos para diputado local: 23,452. “Supe que mis posibilidades de triunfo en la diputación se ampliaban por el llamado gasolinazo de enero del 2017, que tanta irritación social generó contra los partidos que votaron por dicha medida de política económica”, dice. Además, “había empezado a apoyar a López Obrador desde la elección del 2006”, reafirma, “y sentí que era el momento de la izquierda para ganar la elección del 2018”, termina.

¿De izquierda? Sí, creyente en la ideología y los principios de su partido, “una izquierda no radical, partidaria del diálogo y de la negociación en beneficio de la gente”, dice. Afirma predicar con el ejemplo en materia de honestidad y transparencia, también en su actuación política mantiene un principio que dice: “El que no vive para servir no sirve para vivir”. “No ver la política como un negocio, también debe de ser un slogan y alejar de los partidos a quienes los toman como un trampolín o negocio”.

Dice que no tiene nada a su nombre. Vive de 35 años a la fecha en la casa de sus padres, en la colonia popular El Centinela, y dedica la mayor parte de sus recursos a la gestoría de soluciones a los problemas de la gente que menos tiene, de las colonias, y sobre todo a la gente del Valle y de las comunidades Yaquis. Mantiene algunas diferencias “solo de opinión y de forma en la operación de la política” con su compañera de partido. Ana Gabriela Guevara y reafirma estar listo para ganar la elección de presidente municipal de Guaymas en 2021.Es Rodolfo Lizárraga, el polémico, controvertido, audaz y arrojado diputado por Guaymas. ¿Lo logrará? Faltan más de dos años para saberlo. Por lo pronto, las izquierdas en Sonora todavía duermen…

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