El Poder Militar

A lo mejor me equivoco, pero creo que todos los mexicanos sabemos que en nuestra Constitución se establece que el sistema de gobierno que tenemos se basa primordialmente en tres poderes, que en teoría son independientes y autónomos entre sí: el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial. Y también en teoría se supone que sirven como contrapeso de unos con respetos a los otros. Ninguno debe estar bajo la férula de otro, y ninguno debe ser más importante que otro. Lo anterior es correcto… en teoría, pero se da el pequeño e insignificante detalle de que entre la teoría y la práctica media un largo, muy largo trecho. Tan largo que prácticamente borra lo que se establece en nuestra Carta Magna.

Fuera de nuestra Constitución, sin embargo, hay otros poderes que en determinadas circunstancias y bajo condiciones específicas, pueden incluso llegar a rebasar en importancia y trascendencia a los tres poderes constitucionales formales. Uno de ellos es el periodismo, al que desde hace muchos años, por designios de la “vox populi”, se le conoce como El Cuarto Poder, y que por su fuerza e influencia se ubica ligeramente por debajo del Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.

Y otro, que rara vez se menciona como un poder, aunque lo sea de facto, es el poder militar, ese ente cuyas complicadas entrañas son poco conocidas, y que en los últimos años ha venido emergiendo como un poder de incalculables dimensiones. Al hablar de este Poder Militar, se debe entender que nos referimos a las fuerzas armadas del país, el Ejército Nacional y la Marina Armada, que estructural y funcionalmente son independientes entre sí, y que tienen mandos y jerarquías separadas, pero que por decisiones presidenciales han venido actuando en forma sincronizada, en la lucha emprendida contra el delito organizado, convertido en un auténtico azote de Dios para México y los mexicanos.

Las fuerzas armadas nacionales inspiran respeto, y al mismo tiempo temor, en la masa ciudadana.

Con el arribo de la Cuarta Transformación, reducida por facilidad a la 4T, las fuerzas armadas del país han adquirido más importancia que nunca antes, en ningún otro momento. En medio del lenguaje confuso y variante del presidente López, podemos sin embargo advertir el enorme poder y la tremenda influencia que se está poniendo en manos del Ejército y la Marina Armada, que de por sí siempre han representado un poder formidable, cada uno por su lado y más, mucho más, en conjunto.

Para nadie es un secreto que el Ejército y la Marina Armada fueron sacados de sus cuarteles por necesidad. ante el fracaso, la corrupción y la infiltración de los cuerpos policiales municipales, estatales y federales, que han sido incapaces e impotentes en la contención y el control del llamado crimen organizado, y para el caso, también en el desorganizado, que es el más común y virulento, porque está en todas partes, a todas horas, y le afecta a todo el mundo, sin importar su posición y situación en la sectorización social. Las fuerzas armadas fueron sacadas de sus cuarteles y llevadas a las calles de las ciudades, a los montes, los valles y los mares del país, para que realizaran tareas para las que inicialmente no fueron diseñadas, y para que cumplieran funciones que no están contempladas específicamente dentro de la Constitución.

La desesperación y la necesidad jugaron un papel preponderante en la toma de una decisión que, a todas luces, ha cambiado y cambiará la fisonomía de nuestro país en forma irremediable, y tal vez irreversible.

La situación fue clara durante el sexenio de Felipe Calderón, y se hizo aún más clara en el de Peña Nieto. Pero ahora, con López Obrador, todo hace pensar que llegará a su máximo nivel, con la aprobación de la Guardia Nacional, que no es otra cosa que la aceptación abierta de que todo el poder de contención, y toda la responsabilidad en el combate contra el delito ha sido puesta legalmente en manos del Poder Militar. Aunque supuestamente el control de todo el aparato de seguridad y pacificación lo tenga Alfonso Durazo Montaño, titular de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana (SSP y PC), lo militar sigue siendo militar, aunque lo vistan con ropajes civiles.

En mi muy modesto nivel de comprensión, no logro entender cómo va a ser posible que militares de alto rango -generales, almirantes y demás- acaten las órdenes que provengan de un civil, así sea un encumbrado secretario del gabinete. Perdón, pero simplemente no logro visualizarlo. Desde su formación inicial la mentalidad de un militar se va moldeando, y se sigue perfeccionando y afirmando a lo largo de su carrera. Muy probablemente no existe en México un profesional más y mejor capacitado que un militar de cualquier rango. El hecho de que configuren una cofradía cerrada de alta opacidad (lo que ocurre en las fuerzas armadas, se queda en las fuerzas armadas) y de que sean refractarias a las solicitudes de información, hace que un velo de misterio cubra por entero las cosas del mundo militar.

La formación de un militar, o para el caso de un marino, está orientada fundamentalmente hacia la guerra, y aún en tiempos de paz, esa orientación se mantiene, aunque los soldados y marinos sean utilizados para labores de auxilio en los programas de contingencia y desastre natural, la función primordial del militar es defender al país de cualquier agresión externa, y preservar la paz y la soberanía nacional.

Siendo México un país fundamentalmente pacífico, sin conflictos bélicos con ningún otro país, la función básica de las fuerzas armadas se ha empezado a modificar desde hace bastantes años. Como ya no se pelea contra enemigos de afuera, ahora se les utiliza para pelear contra los de adentro. Para muchos esto es correcto y aceptable, pero para otros muchos resulta inquietante, por decir lo menos. Los resultados obtenidos hasta el momento, después de casi 15 años de haberse iniciado el experimento, nos dicen si la estrategia ha rendido los frutos esperados, o no.

La lucha ha sido desde un principio contra el narcotráfico, y las cifras nos brindan los datos que debemos considerar al emitir cualquier juicio respecto a la eficiencia y la efectividad de las estrategias de combate diseñadas por los altos mandos del Ejército y la Marina Armada. A partir de ahora, se combatirá contra la violencia y la inseguridad en todas sus formas y manifestaciones, y en todos los frentes. Se aprobó que la Guardia Nacional, estructuralmente militar, quede bajo un mando civil… pero acaba de ser designado el general de brigada Luis Rodríguez Bucio como Comandante de la Guardia. Si usted le encuentra setido a esto, yo también: Es acordar una cosa, y luego hacer otra.

Tal vez sea producto de haber visto demasiadas películas con argumentos sobre la guerra (fría o caliente) o de haber leído demasiadas novelas sobre temas militares, y la forma como se manejan y urden sus planes bélicos los altos círculos militares, muchas de las veces a espaldas de los comandantes en jefe que son los mandatarios de las naciones, pero no puedo evitar mirar con cierta desconfianza la militarización, total o parcial, de la unidad central que se está armando para devolver la paz, el orden y la tranquilidad a la sociedad mexicana. Y mi desconfianza es razonable, porque parte de una reflexión sobre la naturaleza íntima de las fuerzas militares nacionales, y de la percepción esa naturaleza que, se diga lo que se diga, está orientada hacia la guerra, y no hacia la paz. Si me equivoco, será mi error, y ofreceré disculpas cuando los hechos demuestren mi equivocación.

Si las fuerzas armadas nacionales, con el armamento y el equipamiento más moderno, con el formidable y sofisticado aparato de inteligencia que poseen, con su enorme poder disuasivo y correctivo, y con su gran profesionalización y su indudable capacitación en todos los campos, no ha logrado en 15 años controlar siquiera en forma razonable a los narcoproductores y narcotraficantes que han sido el objetivo central ¿qué nos hace pensar que ahora, abierto el combate a todos los frentes que generan violencia e inseguridad, mediante una capirotada militar-civil, se van a obtener los resultados anunciados?

Por lo mucho que está en juego, y porque al fin y al cabo y de cualquier manera, la violencia y la inseguridad son problema de todos, porque a todos nos afectan en mayor o menor medida, espero que el proyecto de la Guardia Nacional, y la creación de la SSP y PC donde las manda cantar el prohombre de Bavispe, Alfonso Durazo Montaño (aspirante desde ya a gobernador de Sonora, y según algunos, a la presidencia de la república) tenga el éxito esperado y proyectado. Las probabilidades no son a favor, pero como se suele decir: “la esperanza es lo último que muere”.

Espero su comentario en oscar.romo@casadelasideas.com

En Tweeter soy @ChapoRomo

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