Viernes Santo



Desde el punto de vista religioso, el Viernes Santo es un día lleno de misticismo, de símbolos espirituales y de ritos que forman la parte central en la fe de los católicos: La pasión, la muerte y la resurrección de Jesús, el cordero que fue inmolado hace 1,983 años (2019-33).

La noche del Jueves Santo, después de haber orado en el Monte de los Olivos, y de haber sudado gotas de sangre ante la suerte que le esperaba al día siguiente, Jesús acepta finalmente el cáliz de dolor que no consiguió que su Padre apartara de sus labios. En la Última Cena celebrada en compañía de sus amigos y discípulos, Jesús instaura la Eucaristía y la deja como parte central de las misas que se llevan a cabo a diario en todas las iglesias del mundo. Ahí, esa noche memorable, después de que les dice a sus amigos que será entregado por uno de ellos, es cuando Jesús susurra al oído de Judas Iscariote, mientras éste la da un beso en la mejilla: “Con un beso entregas al hijo del hombre”.

A lo largo del tiempo Judas ha sido considerado por muchos como el traidor más grande que ha habido en la historia de la humanidad, pero ¿realmente fue un traidor, o fue el instrumento indispensable para que las escrituras se cumplieran? Si Judas no hubiera entregado a Jesús, lo que estaba escrito no se hubiera cumplido, y la historia del mundo fuera diferente por completo.

¿Quién cometió la peor traición a Jesús? ¿Judas Iscariote, que lo entregóa cambio de treinta -¿número cabalístico?-monedas de plata, o Pedro, que lo negaría tres veces a lo largo de las horas de sufrimiento de su Maestro? La negación de Pedro, que luego fue el fundador y se convirtió en la primera cabeza de la Iglesia Católica, simboliza la infinita cadena de traiciones que la humanidad ha cometido y sigue cometiendo contra su Salvador. Y aquel que esté libre de culpa, que arroje la primera piedra.

El Viernes Santo está plagado de simbolismos que a los católicos supuestamente nos deben decir cosas muy importantes, y que en la vida diaria y real cada quien interpreta y aplica en forma estrictamentepersonal. Desde la forma como Jesús es llevado a prisión y sometido a las primeras crueldades, mientras ÉL permanece silencioso y sumido en sus propios pensamientos, hasta el momento que es llevado ante Poncio Pilatos para ser sometido a juicio público. El singular diálogo entre el acusado y el juzgador, y el veredicto de Pilatos de que no encuentra ninguna culpa en aquella persona, y los gritos de la multitud azuzada por los jerarcas judíos: ¡Crucifícale…! ¡Crucifícale…! Y el romano decide lavarse las manos ante lo que sabe que va a suceder. Un acto simbólico que a través de los tiempos ha significado deslindarse de un hecho profundamente comprometedor.

A lo largo de la Vía Dolorosa, rumbo a la cumbre del Monte Calvario, Jesús va cargando la cruz de pesada madera, con el rostro bañado en sangre que le escurre de las heridas provocadas por la corona de espinas que algún soldado romano le ha clavado en su santa cabeza. La imagen que queda impresa en la tela con que le enjugan el rostro unas mujeres que contemplaban su penoso caminar. La ayuda que en un momento dado le presta el Cirineo… imágenes que nos presenta la Historia Sagrada, y simbolismos que ahí han quedado, hasta el fin de los tiempos, para que cada quien los interprete y utilice en la dura vida diaria que vivimos. Las catorce estaciones que integran los vía crucis que se rezan, sobre todo en Semana Santa.

 Jesús no vino al mundo para eliminar el sufrimiento de los hombres. Tampoco vino para ofrecerles solamente días de vino, rosas y disfrute. Vino para ofrecerse como víctima en reparación de los pecados de los hombres de todas las épocas, en todos los rincones. Si la cruz es el máximo símbolo del perdón y la redención, al final del camino la Resurrección es el destino mayor de la humanidad.

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En nuestro Hermosillo, como en cualquier otra parte del mundo católico, a lo largo de los años el Viernes Santo se ha celebrado y se celebra apegado a los ritos y las costumbres tradicionales, aunque también tiene sus peculiaridades y características propias. Si usted lo permite, me gustaría platicarle mis vivencias y recuerdos de los Viernes Santos de antaño, en un Hermosillo que se fue y que ya no existe, salvo en la memoria de viejos hermosillenses como quien esto escribe.

Grabadas a fuego quedaron en mi mente juvenil de aquella época, las celebraciones durante el periodo de don Juan Navarrete y Guerrero, seguramente el obispo más querido y recordado en esta región, no solo por las obras de inmensa trascendencia que dejó para la posteridad, sino por su profundo humanismo y su incomparable espiritualidad. El Señor Navarrete llegó a Sonora en el momento más oportuno, y la historia de su presencia entre nosotros está plagada de hechos que demuestran su grandeza como hombre y su riqueza espiritual como pastor.

Seguramente los viejos hermosillenses que tuvieron la suerte de conocerlo y de escuchar sus bellos sermones y homilías, podrán dar testimonio de lo que digo, y cada quien guardará entre sus recuerdos escenas de diferentes ceremonias y eventos incomparables, pero yo en lo personal me quedo con el hermoso sermón de “Las Siete Palabras” que Don Juan Navarrete y Guerrero pronunciaba con incomparable elocuencia, y lo convertía en siete clavos ardientes que iba metiendo en los corazones de quienes lo escuchábamos. En aquel Hermosillo pequeño y tradicionalista, cuya Catedral se llenaba a rebosar en aquellos Viernes Santos, y que resultaba insuficiente para albergar a tantos fieles, la Plaza Zaragoza se llenaba también con personas de todas las clases y posiciones sociales, que acudían a escuchar las impresionantes palabrasde un gran obispo y de un hombre incomparable.

Con estos ojos cuya luz se apagará en el momento final de mi existencia, pude ver cómo decenas de hombres y mujeres de edad madura lloraban a lágrima viva, mientras escuchaban al Señor Navarrete elaborar sobre el contenido de las últimas frases que Jesús pronunció, mientras agonizaba clavado en la cruz, y entregaba su espíritu en las manos de Su Padre.Emoción pura, y espiritualidad llevada a su máxima expresión, en labios de un hombre tocado sin duda por la mano de Dios, que vino a Sonora para dejar una huella imborrable.

Años más tarde llegaría otro obispo, don Carlos Quintero Arce, para hacerse cargo de la arquidiócesis de Hermosillo, y don Juan pasó a ser el obispo emérito hasta el momento de su muerte, que aún se llora.Habiendo sido dos obispos de características tan diferentes, tratar de hacer una comparación entre ambos sería absurdo. Absurdo, improcedente e injusto. Los dos, Don Juan y Don Carlos, fueron obispos característicos de sus tiempos, y sin duda llegaron a Hermosillo para cumplir misiones específicas, de acuerdo a las necesidades de las épocas en que les tocó ejercer su misión pastoral. Don Carlos Quintero fue el que empezó a celebrar los Vía Crucis vivientes en el Cerro de la Campana, y también me tocó asistir a muchos de ellos, acompañado de mi esposa. Una ceremonia que ya es tradicional, y que perdura hasta el momento.

Después llegaron a Hermosillo primero Ulises Macías y luego Ruy Rendón, otros dos obispos de perfil y carisma completamente diferentes. Ambos asumieron su misión pastoral de acuerdo a sus personales estilos y capacidades. Don Ulises ya no está, y Don Ruy está desarrollando su trabajo, en medio de un ambiente social sumamente descompuesto, y en momentos en que el desconcierto y la incertidumbre hacen presa de las personas y con frecuencia les quiebran el alma y la fe.

Las enseñanzas que nos dejó Jesús son más importantes que nunca, en ningún otro momento. Hoy, como en ningún otro momento, la firmeza de nuestras convicciones está siendo puesta a prueba, y será necesario buscar la mano del Redentor para que nos guíe por la ruta del nuevo calvario, y necesitaremos de su hombro para apoyarnos cuando nuestras fuerzas y voluntad flaqueen.

Reflexión final: ¿Qué sentirá Jesús, el Dios Hijo, al ver a la humanidad que vino a salvar, después de haber caminado durante dos mil años por la senda del dolor y del error, sin aprender nada de los errores y del sufrimiento, y sin haber conseguido aplicar al pie de la letra Sus enseñanzas de amor y perdón?

Espero su comentario en oscar.romo@casadelasideas.com

En Twitter soy @ChapoRomo

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