Incompetentes y mentirosos

De acuerdo a opiniones de expertos en esas cosas, la única forma como el gobierno de México puede revertir la patética actuación del pasado jueves en Culiacán, es que en un lapso no mayor a una semana sea recapturado Ovidio Guzmán López.

Pero mientras tanto, vaya el drama que debe estar viviendo el sonorense Alfonso Durazo Montaño, sin duda el más raspado del fallido operativo para detener al hijo de Joaquín Guzmán, al ser exhibida su supina incompetencia en la ejecución de tareas que requieren de profesionales y no sólo de expertos en retóricas discursivas y declarativas.

El jueves pasado ya teníamos muy avanzados los Entretelones del día cuando a través de las redes sociales nos enteramos que en Culiacán se había ejecutado un magistral golpe en contra del crimen organizado con la participación y coordinación entre la Guardia Nacional, el Ejército e incluso con la Agencia Antidrogas de Estados Unidos.

Espacios afines a la cuarta transformación divulgaban que en el operativo había muerto Archibaldo Guzmán y que su medio hermano, Ovidio había sido detenido e incluso acompañaban dicha información con material gráfico de un cuerpo tendido en lo que parece ser una cochera, así como la foto del capturado aparentemente esposado con los brazos hacia atrás.


Las falacias y rectificaciones de Alfonso Durazo
Pero casi a la par, el tuiter se vio invadido por dantescas escenas de balaceras, vehículos incendiados en bloqueos de calles y avenidas, además de rondines de vehículos civiles fuertemente artillados que ametrallaban objetivos a distancia, en un contexto de terror inimaginable para la población civil en medio del fuego cruzado.

Varias horas pasaron sin que se escuchara una voz oficial para informar lo que ocurría y sólo se sabía de rumores que incluía la supuesta liberación del detenido; se rectificaba lo de Archibaldo y se dejaba percibir que eso de que al decir “crimen organizado” es plenamente justificado, al menos mejor organizado que el gobierno.

En ese inter, presenciamos escenas nunca o poco imaginadas: un civil fuertemente armado orienta a aterrados clientes de un restaurante para que si pueden irse de ahí lo hagan de inmediato y los que no, se pongan a buen resguardo en la parte de atrás, porque “las cosas se pondrán muy serias” o esas otras escenas donde un fuerte contingente de la tropa sicaria fraterniza amigablemente con militares copados y sometidos a una fuerza superior.

Incomunicado e ignorante de lo que ocurría, el presidente Andrés Manuel López Obrador eludió hablar sobre el tema mientras realizaba una gira de trabajo por Oaxaca, dejando dicho paquete a su “gabinete de seguridad”, que encabezado por Durazo Montaño soltó la versión oficial: todo se derivó de un hecho circunstancial cuando una patrulla de 30 elementos que hacía un rondín aleatorio, fue agredida a balazos desde un domicilio.


Fraternidad entre militares y pistoleros del narco
Dijo que los agresores fueron dominados y luego uno de ellos fue identificado como Ovidio Guzmán, aunque para esos momentos la tropa de irregulares había movilizado a fuertes contingentes para su rescate, obligando a desistirse de dicha captura y hasta ahí, sin especificar que se había pactado por su liberación y que el Estado Mexicano había sido sometido por el narco.

La verdad es que debieron quedarse con dicha versión; sostenerse en eso de la detención circunstancial, pero no, porque horas después, con toda desfachatez y cinismo, reconocieron que se trató de una acción dirigida hacia un objetivo de alto nivel pero que se ejecutó sin consultar a mandos superiores y sin la debida planeación y obvio, sin hacer las previsiones elementales para un caso de esa naturaleza.

Reconocer lo anterior exhibe de fea forma al de Bavispe, ya que además de mentiroso lo exhibe como incompetente, con el agregado de que al reconocer no haber estado informado de una acción de tal envergadura, lo hace parecer como florero en un rubro para el que obviamente no está preparado más allá de arrastrar el lápiz en el diseño de retóricas efectistas.

Ya todo lo demás fueron consecuencias, son consecuencias, quedando para el anecdotario las estúpidas justificaciones, con las que de forma masiva se pretendió convencer de las bondades de la liberación del capo, que si bien en efecto desactivó la violencia y salvó vidas, se pretende soslayar que los responsables de ese estallido que convirtió a Culiacán en zona de guerra y de las tragedias que sin duda ocurrieron, fueron esos incompetentes y mentirosos, quienes mejor debieron sostenerse en eso de que la estrategia ya no era ir sobre blancos de alto perfil y en su lugar atacar a sus finanzas.

En ese marco, propias de un alienado las declaraciones del presidente López Obrador, quien insiste en aplicar el criterio de que las fuerzas armadas no emprenderán acciones represivas contra el narco, con lo cual equipara a movilizaciones sociales legítimas con bandas del crimen organizado.


David Anaya Cooley
Peor aún el azuzar a carteles del narco en contra de medios de comunicación, todo por sus afanes para justificar sus garrafales errores que tienen hundido al país en histórica violencia criminal, ya que pretender contrastar su incompetente pacifismo con la natural exigencia social por vivir en forma segura y acusar a medios de pretender una masacre, eso si es criminal e irresponsable.

En todo caso, luego de la histórica cajeteada, el presidente debiera reconocer lo evidente: por falta de experiencia y por las ganas de atender exigencias de los mexicanos, se cometieron errores estratégicos y de planeación y por eso se vieron obligados a liberar al detenido, agregando el compromiso de tomar las medidas que correspondan para que no vuelvan a ocurrir tan lamentables hechos.

En fin, inquietante ese dejo de admiración que se advierte en comunes mortales hacia la capacidad de movilización de los soldados del narco y la mofa social hacia la incompetencia gubernamental, así como la hilaridad casi generalizada por las estupideces como se pretende justificar el hecho indubitable de la debilidad del Estado con una suerte de humanismo que se aplica hacia esos criminales.

Aquí no cabe el dilema si qué fue primero, el huevo o la gallina, porque es por demás evidente quienes fueron los responsables de poner en peligro de cientos de vidas de ciudadanos, incluidas las de militares y sus familias, al pretender realizar una acción de alto impacto mediático con una estrategia torpe y diseñada por incompetentes. Eso fue lo primero y luego como consecuencia lógica, la profunda genuflexión del Estado Mexicano hacia el poderío y organización del narco.

Y por supuesto que todo ese merequetengue tuvo repercusiones en Sonora, destacando la oportuna y ejecutiva decisión de la gobernadora Claudia Pavlovich para reforzar con un numeroso contingente de policías estatales la zona limítrofe con el vecino estado del sur, operativo supervisado personalmente por el Secretario de Seguridad, David Anaya Cooley, para de esa forma al menos tratar de evitar el llamado efecto cucaracha o sea, el desplazamiento de narcos en fuga, pero en este caso lo más cercano fue que los fugados fueran militares.


Arturo Bours Griffit y su informe
Otro de los efectos es el obvio reacomodo de prospectivas político-electorales con miras a la elección por la gubernatura en el 2021, ya que sólo a algún fanatizado por ahí pudiera ocurrírsele que la incompetencia evidente de Durazo Montaño no vaya a pesar incluso en las mismas huestes de MORENA y más aún en el ánimo de los sonorenses.

Lo anterior sin duda reposiciona y apuntala al senador Arturo Bours Griffit como serio aspirante, aún si ante una eventual aceptación de la renuncia que se supone ya presentó, Durazo Montaño reasume su escaño senatorial y regresa al empresario de Cajeme a su condición de suplente.

Por cierto, vaya la demostración de convocatoria del senador en el marco de su primer informe legislativo y de gestión social presentado el sábado en Hermosillo, en donde supo vestir de institucional un evento que por lo regular es de orden partidista, al reunir a representantes de diversos partidos políticos, destacando la representación que llevó de la gobernadora el secretario de economía, Jorge Vidal Ahumada, así como la presencia del presidente del Poder Judicial del Estado, Francisco Gutiérrez Rodríguez; el exgobernador priista y actual alcalde de Arivechi, Samuel Ocaña; el dirigente de la CTM, Javier Villarreal, entre otros.

Pues bien el empresario cajemense, que por avatares del destino ahora es representante de un partido que a simple vista representa una ideología muy distante de la suya, pero que ha logrado una especie de mimetización sorprendente, que sin embargo no se refleja en sus discursos.


Javier Lamarque
Independientemente de lo anterior, en el curso de esta semana tendrá su prueba de fuego ya que al senado le toca dar trámite a las reformas aprobadas por la cámara baja a reformas y adiciones a la Ley Federal de Derechos, que promovidas por el diputado federal Javier Lamarque Cano, impone criminal impuesto al uso de aguas para actividades agrícolas, que de acuerdo a enterados, incrementará los costos por hectárea en alrededor de tres mil 500 pesos.

O sea, a esos ineptos y wevones al estilo de Lamarque, no les basta con dejar sin diversos programas de apoyo al campo mexicano del norte del país y eliminar estímulos a la productividad y a la comercialización, sino que también proponen la creación de nuevos impuestos y cargas fiscales para gravar la producción de alimentos, cuando se suponía que en la transformación de cuarta no habría nada de eso.

Habrá que ver cuál es la actuación del senador Bours en este delicado tema que impacta de forma directa a la gran mayoría de sus representados particularmente de los valles agrícolas de la entidad, quienes sean del sector social o privado, se les pretende aplicar inmisericorde rigor fiscal a partir de criterios clasistas.

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