Alianzas y segundas vueltas: Destino 2018

Bulmaro Pacheco

El Congreso Nacional Extraordinario del Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) resolvió no ir en alianza, ni con el PRD ni con Movimiento Ciudadano, en el proceso electoral del 2018. Se mantiene la posibilidad de una alianza solo con el Partido del Trabajo.

¿Cuál es el significado?

Se trata de la primera expresión para revisar la posibilidad de alianzas, después de la elección del pasado 4 de junio.

Semanas antes del 4 de junio, cuando López Obrador registró que no le cuadraban las cuentas para la elección del Estado de México, convocó a las izquierdas a sumarse a su candidata Delfina Gómez, pensando en la posibilidad de que el abanderado del PRD declinara. Sólo el Partido del Trabajo le respondió y se sumó, a dos semanas de la elección. Sin embargo, el PT logró por su cuenta 60 mil votos en el Estado de México.

Con el PRD se entiende, pero, ¿con Movimiento Ciudadano?

Sus motivos tendrán. Al rechazar al PRD, López Obrador acusa de corruptos a sus dirigentes, pero no emitió juicio sobre Movimiento Ciudadano.

Lo notable del caso, es que Morena está rechazando a dos de los partidos políticos, que en la elección intermedia del 2015 lograron entre los dos el 16.96 por ciento de la votación nacional. El PRD, por ahora le ruega —casi de rodillas— a AMLO que acepte ir en alianza. Movimiento Ciudadano y su dirigente nacional Dante Delgado se han mantenido en silencio, sin asumir postura alguna.

¿La posibilidad no se agota?

Desde luego que no. Al conocerse el resolutivo del Congreso Nacional de Morena, han sido varios los dirigentes de las izquierdas que han llamado a AMLO a reconsiderar su postura, y advertirle que Morena solo no podrá ganar la elección presidencial; también que la cercana lección del Estado de México ha sido muy clara. “Si hubieran ido juntos Morena y el PRD, hubieran ganado”, le dicen, pero desde el principio hubo negativa del líder de Morena a aceptar la alianza y ya tarde reconsideró. El PRD resistió, se repuso y logró más del millón de votos en el Estado de México.

¿Se podría esperar algo todavía?

No van a faltar los voluntarios que insistirán hasta el final en la posibilidad de alianza. Según al artículo 226 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, los partidos políticos nacionales deberán iniciar las precampañas en la tercera semana del próximo noviembre, y todos los candidatos para elecciones federales (presidente, senadores y diputados) deberán registrarse ante el órgano electoral correspondiente entre el 15 al 22 de febrero.” (Art. 237).

Ahora, a las izquierdas las presiona muy fuerte el reposicionamiento del PRI con los triunfos electorales en Coahuila y Estado de México, y la crisis del PAN profundizada por el fracaso en el Estado de México y por la derrota por segunda ocasión de Guillermo Anaya —ex socio de Guillermo Padrés en proyectos mineros—, en Coahuila. No salieron las cosas como ellos pensaban, ni se dio la debacle del PRI a la que le apostaron.

¿Por qué dicen que Morena no ganaría —sin alianzas— la elección presidencial?

Porque la fuerza de Morena—por los resultados obtenidos—, se concentra en los Estados de México, Veracruz, Oaxaca, Puebla, Tabasco, Baja California, Chiapas, Michoacán y la Ciudad de México.

Esto reflejan las cifras de la elección de 2015, donde Morena sacó el 8.39 % de la votación, ubicándose como la cuarta fuerza política.

Después, en 2016, en 15 elecciones estatales Morena sacó el 16 % de la votación y en la reciente elección del 2017, en cuatro estados el partido de López Obrador -con 2.5 millones de votos- incrementó sus niveles de votación nacional. En 24 elecciones de gobernador celebradas entre 2015 y 2017, Morena acumuló 4.1 millones de votos, contra 10.7 del PRI,8.3 del PAN y 3.3 del PRD. Indiscutible tercera fuerza política nacional

¿Y qué podrán hacer?

El Congreso Nacional del partido ha resuelto hacer mucho trabajo territorial, sobre todo en los estados del Norte. Es decir, fortalecer la organización territorial y buscar —ojo— entre el PRI y el PAN a aquellos militantes que no estén de acuerdo con sus partidos y quieran cambiar.

Esa política ya la han puesto en práctica y con frecuencia realizan eventos para dar a conocer incorporaciones de otros partidos.

También acordaron el nombramiento de enlaces auxiliares para avanzar entre los 2.4 millones de militantes (sic) —que por ahora, ellos declaran—, y avanzar en el 95.6% de presencia (sic) en el territorio nacional —que según ellos también reconocen—. La verdadera prueba de fuego para ese partido vendrá en el proceso electoral que se avecina, cuando tengan que acreditar representación partidista en las más de 150 mil casillas que se van a instalar en el territorio nacional en julio del próximo año.

¿Es un riesgo la posible fragmentación del voto?

Una ampliada participación de candidatos a la presidencia de la República beneficiará a aquellos partidos que cuentan con estructura nacional y un voto duro consistente. El año entrante, seguramente la lista nacional de electores cerrará en 88 millones de potenciales votantes.

Si se diera una participación del 60 % de los inscritos en la lista, serían 52.8 millones de votos los emitidos para todos los candidatos registrados.

¿Cuantos candidatos a la Presidencia se registrarán? Uno por el PRI y sus aliados, quizá el Verde y el Panal. Otro por el PAN (sin aliados quizá). Otro más por el PRD y quizá Movimiento Ciudadano. Uno más por Morena y el Partido del Trabajo, que ya tienen candidato. ¿Cuántos independientes? Quizá dos, lo que haría seis candidatos a la Presidencia que podrían provocar esa fragmentación del voto.

¿Cuántos millones de votos deberá obtener quien aspire a ganar la elección presidencial el próximo año?

A como se presenta el número de votantes registrados en la lista nacional y de acuerdo al número de partidos políticos y candidatos participantes, sumando uno o más candidatos independientes, la votación nacional tendría que repartirse entre cinco o seis participantes. Eso llevaría a hacer cálculos de que el partido y/o candidato que logre obtener 18 millones de votos ganará la presidencial del 2018.

En las elecciones presidenciales de 1994 a la fecha, los candidatos ganadores han tenido: Ernesto Zedillo, 17.1 millones de votos; Vicente Fox, 15.9; Felipe Calderón, 15; y Enrique Peña Nieto, 19.2

¿Es cierto que todavía hay posibilidades de reformar las leyes para incluir la segunda vuelta en la elección del 2018?

No se ve por dónde. El artículo 81 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que: “La elección del presidente será directa y en los términos que disponga la ley electoral”.

El 105: “Las leyes electorales federal y locales deberán promulgarse y publicarse por lo menos noventa días antes de que inicie el proceso electoral en que vayan a aplicarse, y durante el mismo no podrá haber modificaciones legales fundamentales”.

Por su parte, la ley electoral federal en el artículo 225 establece que: “El proceso electoral ordinario se inicia en septiembre del año previo al de la elección y concluye con el dictamen y declaración de validez de la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos”.

Por lo que se deduce que cualquier reforma legal o constitucional que pudiera aplicarse en la elección del 2018, tendría que haberse realizado a más tardar en el mes de mayo. En su caso y si así lo acuerdan los partidos políticos, lo relativo a la segunda vuelta tendría que revisarse hasta el 2019, para aplicarse en la elección presidencial del 2024.

¿A quién favorecería y a quién perjudicaría la segunda vuelta electoral?

Perjudicaría a aquellos partidos políticos que menos estructuras tuvieran y aquellos que menos alianzas pudieran concretar.

¿Tiene base el debate postelectoral acerca de que en esa materia México regresó a los ochenta del siglo pasado?

Quienes interesadamente lo fomentan, deberían estar más preocupados por las señales que envían las elecciones al resto del país.

Al siguiente día del 4 de junio, la bolsa de valores subió y el peso ganó terreno. También se registró una repatriación de capitales.

La señal fue clara. En un sector importante de México hay temor a la posibilidad de triunfo de las izquierdas, quizá porque no ofrecen certidumbre ,o porque sus propuestas todavía no son bien asimiladas.

Si eso pasó nada más por la elección en 4 estados,—y de permanecer esa incertidumbre— imaginemos el panorama político para el año entrante.

Por años, el PAN luchó por quitarle a los gobernadores de los Estados la injerencia en la designación del personal que integra los organismos electorales estatales. Con las reformas aprobadas recientemente, ahora los nombramientos se hacen a nivel central y según el PAN, tomando como ejemplo los resultados en Coahuila, subsisten algunos vicios del pasado.

Deberían entonces, replantearse el esquema de nombramiento de los consejeros nacionales del INE y los institutos estatales, donde todavía parece prevalecer el interés de los partidos políticos para su designación.

Ahí está el verdadero nudo de la cuestión y en el mismo, están involucrados todos los partidos.¿Para que salen a declarar que ganaron antes de tiempo sin tener las pruebas contundentes a la mano?

Esa anarquía, esos vicios, esa desaforada utilización de los tiempos oficiales en medios electrónicos en beneficio de las personas y no de los partidos ni de la democracia, esas precampañas adelantadas con excesos en la utilización de recursos para promover aspiraciones y la constante guerra sucia, son por ahora las cuestiones que muestran que en materia electoral si bien hemos avanzado en unas cosas, en otras nos hemos rezagado, y a casi un año de la próxima elección, no parece que a los actores políticos en cuestión parezca preocuparles demasiado.

 

bulmarop@gmail.com

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