La inmigración china a nuestro país que data desde finales del Siglo XIX y que tuvo más auge a principios del Siglo XX -gracias al impulso desarrollador del entonces presidente Porfirio Díaz-, continúa como un hábito o costumbre hasta nuestros días.
Aunque la historia no refleja exactamente qué actividades u ocupaciones fueron el principal aliciente para que llegara tanto oriental a México, lo cierto es que se apropiaron pronto del manejo del comercio en muchos estados del norte.
Incluyendo a Sonora, por supuesto.
Luego de que los chinos se mantuvieron por algunos años como emprendedores y/o empresarios en nuestro estado -en un considerable nivel hasta 1923-, se promulgaron leyes consideradas incluso como xenofóbicas para detener su presencia en las actividades productivas y en la vida diaria de nuestros coterráneos.
A tal grado que, el Congreso del Estado prohibió a las mujeres sonorenses casarse con hombres nacidos o de origen chino, aplicándoles sanciones económicas a quienes así lo hicieran; además de ordenar que en cada municipio hubiera un barrio o una colonia de la misma raza; y que no se les permitiera poner ningún negocio fuera de su sector.
Entre muchas cosas.
Pero fue hasta 1932, cuando al coincidir y quizá solidarizarse con el nacionalismo gringo del presidente Franklin Delano Roosevelt -que expulsó de Estados Unidos a muchos inmigrantes del mundo árabe-, fue que Pascual Ortiz Rubio (mandatario mexicano e integrante del Maximato del ex presidente Plutarco Elías Calles Campuzano) y el gobernador Rodolfo Elías Calles Chacón (hijo de Plutarco), ordenaron también aplicarles el destierro a los chinos de nuestro país y no se diga de Sonora.
Con más razón -y luego de que nuestro gobierno estuvo seguro-, que para ese entonces los hombres y mujeres de ojos de rayita eran dueños de casi todo; por lo que una vez exiliados, se dice que algunas de sus propiedades pasaron a ser de familias con arraigo en nuestras tierras.
Incluso, por muchos años ha trascendido que varios ex empleados de los chinos se convirtieron en los nuevos dueños de sus empresas.
No obstante, hay que mencionar que desde su destierro, muchos chinos alcanzaron a regresar a México y seguir en el comercio, principalmente en el giro restaurantero que prevalece hasta hoy.
Toda vez que, a medida que las leyes antichinos iban cediendo por costumbre o por aceptación popular, también fueron llegando a nuestro país más orientales nacidos al otro lado del mundo.
Por eso regiones como Sinaloa, Baja California y Sonora cuentan todavía con una gran descendencia y presencia de raza china; existiendo también agrupaciones mutualistas que se juntan cada mes para exponer y tratar de resolver sus problemas.
Sobre todo, del tipo migratorio.
A casi 100 años del dramático exilio, y de algunos que regresaron a México, siguen los chinos trabajando principalmente en el sector restaurantero.
Pero ahora caen señalamientos en contra de sus paisanos orientales por sus evidentes muestras de comercializar a nivel local, estatal y nacional, mercancía importada de contrabando como ropa, zapatos, artículos para el hogar y un montón de cosas más.
En una clarísima falta de cumplimiento a las normas mexicanas dictadas por la Secretaría de Hacienda Federal y también Estatal.
Aunado a eso, todavía les achacan a los chinos la proliferación de enfermedades virales de las que históricamente se ha dicho que son precursores.
El operativo del pasado jueves en la Ciudad de México y en Hermosillo, no creemos tenga su origen por la xenofobia o por el interés mercantilista de algún grupo de poder.
Lo que entendemos es que, se trata de acabar con el comercio informal y regularlo; además de hacer cumplir las reglas empresariales y fiscales para que se dé una competitividad equitativa contra los comerciantes mexicanos.
Versión en la que coincide este sector en Sonora, en voz de su líder Martín Zalazar Zazueta, quien también cuestionó la falta de prestaciones laborales a los trabajadores de las empresas chinas y ahora por el poco cumplimiento en las normas establecidas por Protección Civil.
El caso es que, cantidades estratosféricas de mercancías por diferentes puertos marítimos y aéreos, es lo que ha llegado a nuestro país en los años más recientes y que ha afectado a los comerciantes nacionales.
Todo esto con la complacencia, obvio, de algunas autoridades migratorias mexicanas que seguramente están bajo observación de sus superiores y de las instancias correspondientes.
Al declarar sobre el tema, el gobernador Alfonso Durazo advirtió que “no vamos a permitir la proliferación de negocios que venden productos de manera extranjera y que han sido introducidos de manera ilegal al país”.
Luego de señalar que esta actividad ilícita representa una competencia desleal en contra del resto de los comerciantes establecidos en el centro de Hermosillo, no afirmó ni negó que dichas tiendas puedan operar en el transcurso de la denuncia, por lo que “habría que revisar desde un punto de vista jurídico”.
Al cierre de estos comentarios, ignorábamos si ya habían abierto o se mantenían cerradas las tiendas chinas clausuradas desde el pasado jueves.
Bueno, amigos.
Hasta aquí por hoy.
Que tengan bonita semana.
Y mucho cuidado con las tarjetas bancarias en el cajero automático, con las transferencias por aplicación telefónica, con los carteristas en el centro de la ciudad y con toda la bola de zorras que andan robando por todos lados; aprovechando, claro, que supuestamente la gente trae dinero.
Bye.