Prof. Rafaela Rodríguez Sanders.

RAFAELA RODRÍGUEZ SANDERS, LA HEROÍNA DE ETCHOJOA.

Héctor Rodríguez Espinoza

No sólo el 14 de marzo, ni el 10 ni el 15 de mayo debemos recordarla. Mientras no muera en nosotros la virtud de la GRATITUD, debemos honrarla SIEMPRE.

I.- A fines de la cuaresma de 1954 cundió -lo recuerdo muy bien, estando en 3° de primaria de la escuela Ángel Arriola-, en todas las aulas escolares del Estado, una heroica tragedia de una profesora en Etchojoa, a quien nos la pusieron de ejemplo en los planteles, la  Prof. Rafaela Rodríguez Sanders.

Madre soltera de un niño procreado con un joven de apellido Grijalva, la maestra Rafaela había dejado a su hijo al cuidado de su propia progenitora, para irse a trabajar a la Primaria “Gral. Ignacio Zaragoza”, de Etchojoa, a cargo del grupo de primer año. Vivió primero sola en una modesta casa de renta y después invitada a hospedarse en el hogar de la niña Julieta Ramírez. El domingo 14 de marzo de 1954, después de acudir a misa, la profesora invitó a un grupo de alumnas a pasear por el río.

El relato lo hace la testigo, Julieta Ramírez (hoy señora de Urrea), entonces niña de 6 años de edad, que logró ser salvada por la maestra minutos antes de su hundimiento en las aguas del río Mayo. Julieta recuerda:

“La alegría inundaba mi corazón al encaminarnos al paseo que prometía ser inolvidable. A pesar de que mi mamá no tuvo tiempo de prepararme el lunch, no me preocupaba, sabía que estando con mi señorita, de ninguna manera pasaría hambre; ella había ofrecido compartir conmigo su almuerzo. Llevaba una bolsita de estraza con unos panecillos rojos, entre otras cosas. Llegar al río y empezar a neciar por meternos al agua, fue sólo una cosa: en el total olvido quedaban las promesas ofrecidas a cambio del permiso obtenido de no meterme al agua.

La señorita trató de convencerme de que me mantuviera en la orilla, pero yo -niña al fin y al cabo- insistí para meterme junto con mis compañeritas, éramos cinco. Ante los lloriqueos, ella accedió, pero recién iba entrando al agua, empecé a sentir cómo mis pies se hundían de manera extraña en unas hondonadas. Las niñas que entraron primero, gritaban desesperadamente por ayuda, para salir de aquella trampa que el río nos había tendido; la profesora, sin pensarlo siquiera, se lanzó rápidamente en nuestro auxilio; a mí fue a la primera que sacó -quizá porque era la que estaba más cerca de la orilla-; alcanzó a ayudar a otra niña -una aún no se metía-. Una más recuerdo que salió por sí sola, arrojando agua por la boca y nariz, vomitando. Pero el río cobró dos víctimas: la profesora, que prefirió ofrendar su vida antes que salir dejando a la última de las alumnas que quedaba, perdiéndose ambas en la profundidad, ante nuestros aterrados ojos infantiles.

...Tomé la bolsita de su lunch y echamos a correr hacia el pueblo, para dar aviso de lo que estaba pasando y solicitar ayuda. Nos encontramos con un señor que pastoreaba, quien al escuchar nuestro relato, alcanzó a decir: “No, pues la profesora ya debe estar muerta”. Sin dar crédito a sus palabras -temiendo lo peor-, llegué, no a mi casa, sino hasta la casita que ella habitaba, en donde permanecí sola viendo la bolsita de la cual compartiríamos el alimento, sin atinar a hacer otra cosa. Pasaron no sé si horas o minutos -el tiempo parecía haberse detenido-, tomé camino a casa, en donde todo era angustia, pensaban que yo me había ahogado, ya que no me encontraban.

Y el momento de la sepultura llegó, a la señorita la velaron en la escuela. Al principio no me permitieron asistir, pero mi mamá accedió, sólo para despedirme de mi adorada profesora. …”

II.- El 25 de junio siguiente, el Comité ejecutivo de la entonces Federación Estatal de Maestros de Sonora FEMS le erigió un busto en la “Casa del Maestro”, develado por el Gobernador Ignacio Soto (¿dónde quedaría?).

El Presidente Adolfo Ruiz Cortines le entregó, post mortem, la Medalla Ignacio Manuel Altamirano.

Una excelente columna “Hechos y Palabras” le dedicó el honesto y apreciable periodista Abelardo Casanova Labrada.

Una escuela y la mitad del boulevard principal de Etchojoa llevan su nombre. (La mitad, porque a la otra parte, recientemente, le pusieron el nombre del ex rector de la Universidad de Sonora Jorge Luis Ibarra Mendívil, hijo distinguido de ese municipio.)

También su nombre lo lleva una calle de Hermosillo, que atraviesa las Colonias Balderrama y Olivares, ¿sabrán sus vecinos quién fue?

Su tumba -con el epitafio “Valor y abnegación”- estaba polvorienta y olvidada, en el Panteón Yáñez de Hermosillo, Sonora.

III.- Sus restos en Etchojoa. El Prof, Arnoldo Ramírez de los Reyes escribió hace poco: “Profesora Rafaela Rodríguez llega a Etchojoa (www.contactox.com, sitio web de mi amigo Ing. Claudio Escobosa Serrano +).

“Un torrente de sangre dio fuerza a su corazón e iluminó su cerebro. La abnegación de una madre y la entrega de una maestra, se juntaron en una sola persona para escribir la historia más hermosa de la humanidad. A Rafaela Rodríguez Sanders la equiparo a un Jesús García Corona, A Loreto Encinas de Avilés la alamense que en Guaymas defendió su tierra ante la acechanza francesa. Al indio Francisco Javier que en Caborca también se olvidó de sí mismo para entregarse por los otros defendiendo la soberanía de su estado.

Los héroes blancos, como les decimos, a quienes sólo empuñaron las armas del corazón generoso, llegan para quedarse en el recuerdo de sus pueblos. Me parece ver la silueta ligera de una maestra, lanzándose sobre las aguas para arrancar de la tragedia a unas niñas, hoy madres de familia. Imagino ver a un pueblo herido por tan gran pérdida humana, una niña y una maestra llevadas por las aguas .

Cada vez que paso por esta calle viene a mi memoria ese acto heroico que un 14 de marzo de 1954, estremeció de dolor a todo un pueblo. Platico con gente longeva de Etchojoa, y con sobrevivientes de esa tragedia, me acerco a familiares de la hoy llamada Mártir de Etchojoa, y me ha quedado claro que Rafaela Rodríguez Sanders personifica a la maestra que no sólo dio luz al conocimiento, sino que hizo de su existencia una cátedra perpetua de civismo.

Interesado por enfatizar tal heroísmo, me preguntaba ¿dónde quedarían los restos mortales de tan distinguida mentora? ¿Tendrá familiares que aún vivan? ¿Será posible traer a Etchojoa sus restos y que descansen en la tierra por la que dio su vida?

Entonces localicé en el Panteón Yáñez de Hermosillo el lugar donde reposaba la maestra, indagué sobre el domicilio del maestro Manuel de Jesùs Carrillo Rodríguez, hermano de nuestra heroína, me dirigí ante la Sociedad Sonorense de Historia y ante el Instituto Nacional de Antropología e Historia y me fui enterando que el camino se volvía largo.

Luego me estuve dirigiendo a diversas autoridades municipales y estatales y fue en esta administración municipal que encabeza el C. Ing. José Gilberto Almada Valdez, que encontré eco a estas interrogantes y para que hoy estemos aquí reunidos, rindiendo pleitesía a quien olvidándose de sí misma entregó su existencia por la niñez etchojoense.

Hoy, a 57 años de esa tragedia, siento que este aniversario es diferente, pues la maestra Rafaela Rodríguez Sanders ha llegado de nuevo a su Etchojoa, pero esta vez para quedarse por siempre entre nosotros, ha sido nuestra por más de medio siglo y estará ofreciendo diariamente para su pueblo, un ejemplo que ilumina conciencias y construye valores.”

(Tomado de http://www.dossierpolitico.com/vernoticiasanteriores.php…)

IV.- El 14 de marzo del año pasado, “Acá entre nos AN” publicó: RECUERDAN ACTO HEROICO DE RAFAELA RODRÍGUEZ, Etchojoa, Sonora.

Autoridades municipales de Etchojoa conmemoraron el 70° aniversario de la gesta heroica de la maestra Rafaela Rodríguez Sanders, quien salvó a dos alumnas en el Río Mayo antes de morir ahogada.

El historiador Melesio Delgadillo fue el encargado de recordar el acto de heroísmo, la mañana del 14 de marzo de 1954.

El alcalde Jesús Tadeo Mendívil Valenzuela encabezó la ceremonia, participaron la Escuela Primaria Indígena Rafaela  Rodríguez, de la colonia Obrera, funcionarios y regidores. Las autoridades colocaron una ofrenda floral y montaron una guardia de honor en el monumento que lleva su nombre. Después se trasladaron a su tumba, en las márgenes del Río Mayo, sitio donde perdió la vida.

La presencia del gobernador del Estado, del Secretario de Educación y Cultura y del líder de la Sección 54 del SNTE demostraría su obligado humanismo pedagógico.  

No sólo el 14 de marzo, ni el 10 ni el 15 de mayo debemos recordarla. Mientras no muera en nosotros la virtud de la GRATITUD, debemos honrarla SIEMPRE.

Imágenes

https://www.meganoticias.mx/tuxpan/noticia/rafaela-rodriguez-sanders-de-maestra-a-heroina-de-etchojoa/242894

Comentarios

Comenta ésta nota

Su correo no será publicado, son obligatorios los campos marcados con: *