Brevísimo Ensayo versión 2025
Héctor Rodríguez Espinoza
Viernes 10 de octubre de 2025
V.- En la posguerra y en el llamado milagro mexicano, a fines de la etapa del presidente Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958), regía el Ing. Norberto Aguirre Palancares (1953-1956), agrónomo oaxaqueño culto, quien –siguiendo el ejemplo de su paisano Manuel Quiróz Martínez que trajo al Mayor Isauro Sánchez Pérez-, invitó a la eximia compositora española Emiliana de Zubeldía, al Prof. Alberto Estrella y a Martha Bracho (ésta desde la misma Compañía Nacional de Danza), para sembrar –en un páramo seco y sediento, pero fértil- las primeras semillas de las bellas artes Música, Teatro y Danza, respectivamente.
Por razones de encontrado alineamiento pre destape presidencial, no congenió con el gobernador Álvaro Obregón Tapia y volvió al DF. (Fue Jefe del Dpto. Agrario con Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) y ejecutó el reparto de más tierras que el presidente Lázaro Cárdenas del Río, aunque de menor calidad).
La Escuela Derecho y Ciencias Sociales, con su honesto director fundador, Lic. Enrique E. Michel (su artículo La justicia no es una mercancía), vivió su primera crisis de crecimiento al emigrar, a la UNAM, 17 de los 19 alumnos fundadores.
VI.- En lo personal, la Universidad la disfruto desde el lunes 3 de septiembre de 1956 que inicié mis estudios en la Escuela Secundaria, por mi privilegiada incorporación a la Banda de Música y participación en todos los eventos relevantes, dirigida por el Mayor Isauro E. Sánchez.
Sobreviene la denominada Guerra fría, persistía el milagro mexicano, presidía la república el Lic. Adolfo López Mateos y entró al relevo, en la Universidad, el rector Lic. Luis Encinas Johnson, profesor normalista y abogado por la UNAM, ex magistrado del Tribunal de Justicia del DF y ex diputado local, fue desahuciado de una penosa enfermedad por médicos (su libro “Progreso y Problemas de México”), pero se sobrepuso a su drama personal. Consolidó a la Institución, creó Radio Universidad, apoyó el deporte universitario, contrató en la UNAM a los jóvenes juristas postgraduados David Magaña Robledo, Cipriano Gómez Lara y Carlos Arellano García y rescató, de la que hubiera sido su inminente desaparición, la Escuela de Derecho.
VII.- ¿Cómo eran aquellos tiempos anchos universitarios? Quisiera hacer aquí un paréntesis pertinente y darle la voz a un brillante alumno de nuestra Escuela de Derecho (1962), vertida durante una sesión de café con motivo de la desaparición de su condiscípulo, catedrático, ex Notario Público y mi amigo personal, Lic. José de Jesús Navarrete Aragón (1946-2010):
“Recordar a nuestro amigo es remontarse a la época romántica y sesentera de la Universidad; del Hermosillo con olor a azahares, de los bailes en su gimnasio y en sus canchas al son de lo que Ofelia Méndez llamaba la “angelical” orquesta de “Manuelito” García. De las audiciones de la Sinfónica del Noroeste en el hoy Teatro Zubeldía. De las interpretaciones de la Banda de Música de la Universidad, bajo la batuta del Mayor Isauro Sánchez, de “Poeta y Campesino” o “Barcarola” de los “Cuentos de Hoffman” y la ejecución de “La virgen de la Macarena” del compañero Héctor Rodríguez Espinoza. Y los pictóricos y perfumados jardines de Rectoría. O una velada teatral protagonizada por Santiago Cota de la Torre en los “Entremeses Cervantinos”; o la presentación, en el Casino “La muralla”, de “Trece a la mesa” o “La Carroza del Santísimo”, de Próspero Merimé. O unas pláticas en el Café Literario de los sábados en la librería del Museo y Biblioteca en las que, siempre, nos invitaba José de Jesús. Es volver a vivir lo que, con el tiempo, inexorablemente se acabó, en donde reinaba el orden, el respeto a nuestros profesores y el deseo de descubrir nuevos horizontes; el idealismo puritano e incorruptible de una juventud deseosa a la vez de cambio, que se rebela ante lo que cree injusto y ofensivo a los ideales de libertad, democracia y Justicia.”
“De su vida quedó indeleble, en mi memoria, su amor a la cultura y el refinamiento en la educación. Su entusiasmo por innovar y dejar las inercias, de una juventud que aún no avistaba el porvenir, con un presente difícil de comprender, entre bombas molotov y la invasión militar al campus universitario. De esas cenizas, se levantaron los ideales que antaño dieron forma a expresiones de extensionismo cultural, como las jornadas organizadas en pro de llevar las luces del derecho a las familias sonorenses.
Recuerdo su entusiasmo en la primavera de 1966, como presidente de la Sociedad de alumnos de Derecho, que José de Jesús contagió a no pocos de sus compañeros. No se nos olvida a quienes compartimos la experiencia, su resultado donde se habló, a “Juan pueblo”, de cosas importantes como la familia, el matrimonio, los derechos del hijo, el patrimonio familiar, los deberes y derechos de los cónyuges, la propiedad, la posesión, las garantías individuales; una amena charla de Homero Estavillo, director de Radio Universidad, acerca del alcoholismo. Estas pláticas, con la participación de los habitantes de cada barrio donde se planteaban sus problemas -reflejo de su abandono-, representaron valiosas experiencias al estudiante idealista, que por primera vez se asomaba a su tangible realidad cotejada con la Constitución.
El Gobernador Luis Encinas, muy observador, reconoció su labor al terminar una audición de la Sinfónica del Noroeste y en su informe de gobierno aludió a la tarea emprendida por José de Jesús.
Lejos estábamos de lo que sucedería en mayo del año siguiente (el asalto militar al campus). Al mismo tiempo nace en su mente la idea de fundar la Escuela Secundaria Nocturna de la FEUS para trabajadores y adultos, que cristalizó en septiembre de ese año, al inaugurarse los primeros cursos, bajo la dirección de Luis Guillermo Torres Díaz. Sus compañeros de aula participamos en esa aventura cultural en la Primaria “Alberto Gutiérrez”. Esta gran idea, secundada con nuestro esfuerzo, se constituyó en un semillero de profesionistas que hoy ocupan puestos importantes en la iniciativa privada y en el gobierno.
Cada uno de nosotros tiene algo o mucho que recordar de nuestro amigo. No vivió en vano, fue el reflejo de su educación hogareña rígida y un tanto perfeccionista, de pocos amigos a quienes consideraba como tales, a pesar de las circunstancias. Todavía recuerdo su saludo estruendoso, que me hacía palidecer ante los demás: ¡Miguel Sesma, que se habla de tú con Kelsen y con García Máynez…!
Espero que él, donde esté, disfrute de esta evocación, a la que él mismo ha convocado. Amén.
Respetuosamente: Lic. Miguel Sesma Fontes.”
(Continuará).