Brevísimo Ensayo
Héctor Rodríguez Espinoza
Domingo 19 de octubre de 2025
El goshting del rector Federico Sotelo Ortiz y más
VIII.- El gobierno del Lic. Luis Encinas Johnson (1961-1967) fue eficiente y eficaz, con orden y, por una inercia de 20 años, sin huelgas y plenas actividades constructivas. Oteó hacia cuadras al sur y, con “el paro” del ex presidente Gral. Abelardo L. Rodríguez quien consiguió una audiencia con el Presidente Adolfo López Mateos (1959-1964), en Los Pinos. En ella obtuvo –a la usanza del viejo PRI- la candidatura primero y la gubernatura después, en aquel sexto año y primera crisis política partidista del ardiente verano de 1961.
Rescato su revelador relato que nos hizo, en charla personal con este memorioso, con el periodista Antonio Duarte García y con su socio Ing. Armando Hopkins Durazo, en la oficina de éste, en el verano de 1987:
“Le expuse al señor presidente: Mis adversarios me objetan que, por secuelas de mi mal, soy incapaz de gobernar mi entidad federativa. Pero, si estas manos -agitándoselas deformes, con su tic nervioso, lentes obscuros y no poca vehemencia- fueron capaces de regir la Universidad, ¡también lo son de gobernar a mi Estado, Sonora, señor Presidente…!”
El presidente López Mateos nada dijo en esa media hora privilegiada, pero operó para que el PRI lo postulara en borrascosa Convención del Cine Sonora. Aquel verano de 1961, insisto, fue el primer conflicto político en que se involucró la Universidad de Sonora.
Oscar Monroy Rivera, tormentoso poeta (¿pleonasmo?), nogalense representativo, dio su visión en su libro: “Sonora, en torno al valor de mi pueblo”.
El gobernador Encinas Johnson respetó la autonomía universitaria. Fueron pacíficos los cinco (5) años de su gobierno, pero el último –1967, el electoral-, incendió la pradera de la entidad e involucró a nuestra casa de estudios. Los testigos y las hemerotecas esperan investigadores para revelar toda la verdad. Encinas Johnson no tardó en publicar la suya: “La alternativa de México”/1969).
IX.- El milagro mexicano terminó, a Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) se le reclamó una apertura democrática. Asume la rectoría el humanista cardiólogo, Dr. Moisés Canale Rodríguez, ex clarinetista de la Banda de Música en sus estudios de secundaria.
En lo personal viví, desde la Escuela de Derecho, su transparente desempeño como rector, dignificó el cargo, apoyó el deporte universitario y enfatizó la difusión cultural en pueblos, fundó TV Universidad y nos dio presencia nacional.
Egresé de la Escuela de Derecho en el verano de 1966. Como pasante desde Cajeme vi, ausente, el drama de Tlaltelolco del 2 de octubre de 1968. En noviembre ingresé, como secretario de estudio y cuenta, al Juzgado 1° (y único en la ciudad) de distrito de Hermosillo. Fungía el célebre juez Don Darío Maldonado Zambrano. También inicié mi docencia en la escuela preparatoria nocturna y, en febrero de 1969 en mi Escuela de Derecho, que se extendió hasta agosto de 2023, fecha de mi retiro.
X.- El rector Moisés Canale Rodríguez cedió a la natural y explicable tentación política, oteó hacia el palacio de gobierno y deseó seguir los pasos de su antecesor Luis Encinas Johnson. Pero ya no presidía el caballeroso Adolfo López Mateos, gobernaba un déspota; ya no competía contra los ilustrados seguidores del abogado Fausto Acosta Romo, sino con la “ola verde” del agreste Faustino -¡No!- Félix Serna.
“Estalló la rabia”, escribió Ismael Mercado Andrews, símbolo auténtico de “los aguiluchos de 1967”.
Canale, injustamente vejado, renunció y fue un digno ex rector. Lo relevó el director de Derecho, Lic. Roberto Reynoso Dávila, quien se asesoró de Pablo Latapí, en el primer estudio de planeación.
El batallón Olimpia tomó, a bayoneta calada, la Universidad, el 17 de mayo de 1967, un año cuatro meses antes del fatídico 2 de octubre de 1968.
XI.- Pasa un lustro tranquilo. Líder del tercer mundo, el Lic. Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) gobernaba el país.
Carlos Armando Biebrich Torres, subsecretario de Gobernación, precoz candidato a gobernador fue recibido, en noviembre de 1972, ¡por una valla de jinetes y de tractores, desde el aeropuerto hasta un templete frente al Hotel San Alberto!, un mitin un tanto frustrado por activistas universitarios, en gritos de estudiantes activistas encabezados por la honrada alumna de Derecho, Alma Delia Reyna Gámez (+).
Durante el proverbialmente difícil verano del último año 1973 del gobierno de Faustino Félix Serna (1967-1963), en plena campaña gubernamental del Lic. Carlos Armando Biébrich Torres, el Consejo Universitario nombró al Dr. Federico Sotelo Ortiz quien nombró, como primer Secretario General, a mi inteligente condiscípulo Lic. Óscar Téllez Ulloa y, a la renuncia de éste, al no menos talentoso Lic. Francisco Acuña Griego.
XII.- En mayo de 1972, el rector Sotelo Ortiz me había designado director de la Escuela de Derecho, sorpresivo y honroso, por ser el primero egresado del plantel en sus primeros diecinueve (19) años. Me habían antecedido los abogados Enrique E. Michel, Alfonso Castellanos Idiáquez, Miguel Ríos Aguilera, Carlos Cabrera Muñoz y José Antonio García Ocampo.
Pero maestros de la Universidad y la nueva FEUS, presidida por el alumno de C. Químicas Patricio Estévez Néninger exigía, con ideología progresista, una nueva Ley universitaria. Condescendían con ellos los periodistas José Alberto “Cochibeto” Healy Noriega en El Imparcial y Abelardo -“Mientes”- Casanova Labrada en Información; pero Enguerrando Tapia Quijada los combatió y llamó “mafufos”, en El Sonorense.
Se formó una Comisión Mixta, se produjeron ricos debates universitarios, emergió un proyecto, abortado en vacaciones de verano en el Congreso del Estado –por la influencia del ya por elegirse gobernador Biébrich Torres- que, si bien desapareció el patronato y aprobó un cogobierno, soslayó y aplazó el problema académico político de fondo.
XIII.- En la primavera de 1973, el rector Sotelo Ortiz abandona abrupta y materialmente su honroso cargo, deposita el vehículo oficial en la comandancia de policía y tránsito municipal y se niega a dar entrevistas en su consultorio particular enseguida del Cine Sonora. Ghosting, se diría hoy, término que proviene del inglés “ghost” (fantasma) y se refiere a desaparecer abruptamente de la vida de alguien, interrumpiendo toda comunicación sin dar motivos.
Ante tal e inédita acefalía, el pleno de consejeros -en vez de quedarse atónitos y pasmados-, asumió la enorme responsabilidad de designar rector accidental al consejero maestro de Derecho, Lic. Francisco Acuña Griego y secretario general accidental a este memorioso director de Derecho, a escasos días de que había asumido mi cargo.
Con esta responsabilidad a cuestas y clausurada la sala de Consejo, debimos asumir la enorme responsabilidad institucional y sesionamos en un aula del extremo derecho de rectoría y aprobamos por unanimidad –en una relativa autonomía, por la observación del ojo del gobernador electo Biébrich Torres-, ofrecer, “en charola de plata”, el puesto de rector al ex director de la Escuela de Derecho, por ocho (8) años (oaxaqueño, al fin) y catedrático de Derecho Civil, Lic. Alfonso Castellanos Idiáquez.
En una comisión designada ex profeso nos trasladamos a su modesta vivienda, se lo hicimos saber y convocamos para una sesión urgente al día siguiente. En esta sesión se me comisionó para tomarle la protesta de rigor, lo que hice, de inmediato asumió su responsabilidad e inició una especie de pacificación de los exaltados ánimos de maestros, alumnos y trabajadores universitarios.
El gobernador electo Biébrich Torres y ya en funciones, sostiene a su maestro de D. Civil I y II y rector Castellanos Idiáquez y obtiene el apoyo político del secretario de educación, Ing. Víctor Bravo Ahuja.
Biebrich Tores desgajó del núcleo universitario, además, a las Escuelas Secundaria y Preparatoria, pero creó el hoy pujante Colegio de Bachilleres (COBACH) y el Hospital DIF.
El rector Castellanos Idiáquez, al principio equilibró fuerzas, apoyó a la Escuela de Derecho y, aún con distracciones políticas, ambos le dimos rango nacional. En mi encomienda, con la magnífica planta de maestros que recibí, como el propio Castellanos Idiáquez, César Tapia Quijada, Francisco y Rafael Acuña Griego, José Antonio García Ocampo, Miguel Ríos Aguilera, Donato Contreras Gómez, Lamberto Morera Mézquita, Germán Tapia Gámez, Jesús Salazar Acedo, Raúl Encinas Alcántar, Carlos Gámez Fimbres, Alán Sotelo Cruz, entre otros.
Y la enriquecí con profesores normalistas por sus estudios de pedagogía y con jóvenes postgraduados en el extranjero. Recuerdo a María Teresa González Saavedra, Luis Guillermo Torres Díaz y Miguel Ángel Saldate Romero. Miguel Ángel Soto Lamadrid y Jorge Pesqueira Leal (España); Eduardo Robles Elías (Harvard), Carlos Cabrera Fernández (Arizona USA); Miguel Ángel Maguregui Ramos (Italia); María Inés Aragón Salcido, Luis Edmundo Navarro Tino Flores, Francisco M. Cárdenas Valdez (UNAM), Armando López Nogales y Rafael López Nogales (Escuela Libre de Derecho), Celestino Zamorano Beltrán (UNAM), Mariano Carreño Carlón, Alejandro Romero Meneses (UdeG), Sergio Castellanos, Roberto Rodríguez Ojeda, Gertrudis Tapia Quijada, entre otros.
El rector Castellanos cesó, al poco tiempo, al secretario general Lic. Alán Sotelo Cruz y la lucha académica política continuó, bajo la música del uruguayo Alfredo Zitarrosa, de “Hasta siempre Comandante” y la foto de Korda -de las más difundidas del siglo XX- del “guerrillero heroico” “Che” Guevara, de mirada desafiante y boina negra sobre el pelo revuelto, bandera de estudiantes y obreros, como en la Tercera Cumbre de las Américas, en Quebec, Canadá.
(Continúa).