Estas líneas…

+ Manuel González promueve recuperar el estadio de béisbol; crea asociación y ofrece recursos para la inversión; aún en problemas, es un orgullo el campo regional; cuidado, mecánicos léperos
Agustín Rodríguez L.
GUAYMAS, Son. – Cuando Ramón Ramírez, dueño de la desaparecida firma Zerimar, dejó la franquicia del equipo de béisbol Ostioneros de la Liga Mexicana el Pacífico, no hubo la capacidad financiera para sostener al equipo que dio tantas satisfacciones a sus seguidores.
No era fácil. Desde entonces la asistencia no ingresaba lo suficiente para sostener una nómina con estrellas del deporte rey y debía formarse con prometedores novatos, pero se iban al estar listos para mejores bolsas. Ramón integraba empresas pesqueras, supermercados y concesionaria automotriz, por eso podía sostener lo que costaba a Guaymas tener la franquicia, hasta que la política lo alcanzó.
En los 90 el interés más cercano a recuperar el espacio en la liga más fuerte de México, fue el del desarrollador inmobiliario Octavio Llano Zaragoza. Pero los números no daban y pidió al Gobierno del Estado sumarse al proyecto.
Armar un equipo y reacondicionar el estadio no lo pagarían las entradas y concesiones comerciales de la franquicia. Estado, Municipio y los empresarios Llano y amigos si, juntos, justificando los primeros su participación en la importante meta de usar el deporte como herramienta de cohesión social.
Los funcionarios de entonces no vieron eso que hoy ven los tres niveles de Gobierno y fue malo, porque los jóvenes perdieron opciones de esparcimiento y se inclinaron hacia prácticas dañinas, financiadas por los explotadores del vicio. Ya ve cómo nos fue.
Este martes escuché la intención del entusiasta empresario Manuel González, quien debiera tener todo el apoyo para recuperar el estadio Abelardo L. Rodríguez, inmueble que nos construyó el gobernador Faustino Félix Serna en 1970 y lo entregó al Ayuntamiento para administrarlo.
Cuántas hazañas deportivas se vieron allí. Recuperarlo eliminaría un lunar en la Unidad Deportiva que sigue convertida en un semillero de figuras que nutren a las ligas profesionales.
Asesorado por el abogado y político en receso Héctor Hernández, explica qué buscan: rehabilitar el estadio en 5 etapas que cuestan 75 millones de pesos. No es una hablada: ofrece 10 millones de pesos para comenzar como cabeza de un grupo de padres de familia cercanos a ese deporte.
Pidieron en arrendamiento o concesión el estadio –confían sea pronto— y tardarán 8 meses en dejar listo el campo para comenzar a usar las instalaciones en distintas promociones.
En el camino, agregarán más recursos. Ponen a disposición de interesados la franquicia ODG Béisbol, alusiva a los Ostioneros, nombre que por sí solo no pueden usar, pues el membrete lo registró Rogelio Sánchez para su equipo de basketbol profesional.
Al entregar la autoridad bajo acuerdos específicos el estadio, iniciarán promociones con el deporte a la cabeza. Creen que más tarde habría condiciones para formar el equipo esperado durante casi 4 décadas para volver al mejor béisbol de invierno.
Al no hacerse el estadio prometido por Andrés Manuel López Obrador, es buena opción. Y si es cierto que se le mueve una patita, por qué no unir ambos proyectos ante una misma causa.
EL GENEROSO VALLE DE GUAYMAS
El productivo valle de Guaymas-Empalme está lleno de actividad dinamizando una economía sostén de millares de familias.
Este martes recorrí algunos de esos espacios arrancados al desierto para generar riqueza, al iniciar la cosecha de melón. Estimula ver cómo inicia la ruta hacia esos mercados hoy tan nerviosos por la agresiva actitud del presidente de los Estados Unidos, que libra tremenda batalla por recuperar su liderazgo en el mundo.
Aunque eso es malo para la estabilidad, siempre hay salidas como las que observé en mi periplo por el agro regional, donde industrializar productos como el tomatillo o variedades de chile, se vuelven opción. Y solución a estos problemas.
Muy ilustrativa fue la charla con Marcos Llano, heredero de esa gran vocación de hacer producir al campo y de la generosidad que tenía su padre, don Marco Antonio. También del espíritu de lucha en tiempos malos, pues no viven hoy los mejores tiempos y deben cerrar filas al lado del sector oficial para salir adelante.
Junto con Pancho Llano, su primo, explican efectos como el que habría con el arancel al tomate, que no se mira perjudicial para México, abastecedor principal del fruto consumido por Estados Unidos, pues en este momento la presión del productor establecido en Florida principalmente, obliga a vender por encima de los 8.30 dólares la caja –eso cuesta producirla allá--, lo cual los introductores gringos no siempre están dispuestos a pagar. El arancel ordenado por Trump eliminaría esta barrera y, sacando cuentas, beneficiaría a México.
La cosecha de gran variedad de chiles, sandía, pepino, etc., finalizó y restan la uva y los “veranos”. En junio deben limpiarse los campos y esperar el nuevo ciclo y mejor tiempo.
Aun con problemas, es un orgullo nuestro campo.
ENTRE MECANICOS TE VEAS
Ofrezco una disculpa por tratar un tema personal, pero también a ustedes les puede pasar:
Como estaba ocupado mi amigo Carlos Villarreal y yo debía salir de la ciudad, dejé mi auto para revisión y reparación por ruidos raros que nos asustan y aún no me explicó cómo cayó en un taller a espaldas del edificio de Muebles Luna, frente a McDonald, en esa callecilla complicada cuyo nombre les debo. Se les pidió arreglar lo que fallara y, desde su equivocado o perverso punto de vista, arreglaron “lo que fallara”. Fue un cuentón y hoy casi me ahoga la usura bancaria vía TDC.
Batallé 4 meses exigiendo la garantía, pero solo ofrecieron cambiar las piezas que yo debía comprar, esas que ya habían instalado supuestamente nuevas. El torpe argumento es que su proveedor le vende mala calidad. Lo sabe, las instala y hasta aplica sobreprecio en la factura.
Creí que era falta de cerebro, pero percibo cinismo como parte del fraudulento enredo.
Ni modo. Otro taller resolvió la falla por mala calidad de mano de obra y refacciones que rechazó resolver el hasta ahora presunto –yo creo que ya es—timador. Pagué, por supuesto, lo que ya había pagado al sujeto menso ese (perdón, estoy enojado).
Mejor me tomaré estos días lejos del mundanal ruido que tanto beneficia a nuestros prestadores de servicios turísticos y el lunes iré a Profeco para que sus abogados me guíen. Ya les platicaré, pues no quiero verlos caer en manos de tal sinvergüenza. Por lo pronto, no vayan a ese taller, podrían perder dinero y hacer un gran berrinche, cosas malas ambas. Están advertidos.

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